jueves, 5 de julio de 2012

¿El fin del Tratado Antártico?


El constante aumento de la demanda energética a escala mundial y el incremento en la producción industrial demandan cada vez más recursos. Esto impulsa el precio de estos y lleva a considerar fuentes antes consideradas inviables. Una de esas es el continente antártico, protegido desde 1961 por un tratado internacional  que puede llegar a su fin en las próximas décadas. ¿Qué hará Argentina?

Cuando se suscribió el Tratado Antártico en 1959 el mundo era diferente. La Unión Soviética amenazaba con extender le Guerra Fría hasta el continente austral, Argentina y Chile vivían años de tensión con el Reino Unido por los recurrentes choques en los mares gélidos del sur y todavía estaba cerca el fin de la segunda guerra mundial. Uno de los fines de este instrumento internacional de derecho fue la pacificación del último continente virgen. Y durante varias décadas funcionó: los principales conflictos de soberanía y el avance de la huella humana se detuvieron.

Pero para fines de los ’80, con las negociaciones sobre la Convención de Minera que quedó trunca y fue reemplazada por el Protocolo de Madrid en 1991 (que postergó el Tratado hasta 2048) ya se vislumbraba un posible cambio del marco vigente desde 1961.

En la actualidad observamos un revival de la economía de antaño, los recursos naturales y estratégicos recuperaron la escena de las relaciones económicas mundiales que había sido copada por ámbitos financieros. Por eso, y de la mano también de los altos precios de los commodities y  la creciente demanda por dichos recursos se acerca cada vez mas el momento en que el Tratado Antártico deba ceder ante los intereses económicos de los países del mundo. 

Esta comprobada la presencia de diversos recursos en el continente antártico y el lecho marino circundante. Petróleo, carbón, oro, plata y uranio son algunos, y ni hablar del agua dulce en forma de hielo.   

La misma debilidad legal del Tratado Antártico podría precipitar su caída. En dicho instrumento se afirma que existen dos tipos de miembros, consultivos (con voz y voto) y observadores. Cualquier país que cumpla con lo estipulado en el Tratado y Convenciones posteriores puede ser observador, y cualquier que realice actividades en la Antártida puede ser consultivo. Los miembros consultivos pueden llamar en cualquier momento a una revisión del Tratado y en esta se puede modificar o derogar de ser pretendido por las partes.
Un posible escenario sería que el valor (por agotamiento de fuentes ya explotadas y/o incremento de la demanda) de los recursos naturales continúe en aumento y se vuelva rentable la explotación en la Antártida, algún estado consultivo o nuevo miembro consultivo (impulsado por otro o por motus propio) llame a una revisión del Tratado Antártico. Nada garantiza que para dicho momento las naciones que lo suscribieron y completaron en el siglo XX mantengan su posición original. La Antártida se abriría al juego de la política internacional y la económica.

Es para ese momento que naciones como la Argentina (miembro fundador del TA y con una larga historia antártica) deben estar preparadas.

Específicamente el reclamo de soberanía argentino y el chileno son los más amenazados, ya que el Reino Unido reclama el 100% del primero y el 60% del segundo. Las pretensiones británicas son reconocidas además por los otro cuatro estados con reclamo oficial en la Antártida: Francia, Noruega, Australia y Nueva Zelanda.

Frente a esto la Argentina y Chile ya están coordinando sus acciones y acordaron dejar las disputas bilaterales para enfocarse en mantener los legítimos reclamos frente a los intereses extracontinentales. Pero la fuerza de ambos puede no ser suficiente para contrarrestar a un bloque compuesto por miembros de la OTAN y otros.

Chile y Argentina deben analizar la posibilidad de formar un bloque conjunto con naciones vecinas, también con intereses en la Antártida, específicamente Brasil (aunque también estarían Perú y Uruguay). El gigante de Sudamérica aplica una teoría diferente para la delimitación de los reclamos (La Teoría de la Defrontación frente a la de los Sectores), y le costaría a Chile y Argentina una parte de sus pretensiones. Queda a criterio de estos si es conveniente sumar a Brasil a la disputa a cambio de ceder terreno o enfrentarse a las pretensiones británicas por cuenta propia.

Es muy probable que el Tratado Antártico no complete su ciclo de vida estipulado y si bien este fin se ve aún lejano en el tiempo es necesario estar preparado para cuando llegue y no nos quedemos sin un pedazo de la torta.

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