Breve análisis del contexto
en el que surgieron estos bloques comerciales y en el cual se encuentran hoy en
día. ¿Es conveniente para la región que se llegue a un acuerdo definitivo?
En Latinoamérica se esta
viviendo un proceso de aumento de la integración regional y fortalecimiento de
estructuras institucionales que vinculan a varios países en procesos de
coordinación de políticas económicas y sociales, especialmente en America
Latina donde vemos el surgimiento de organismos como la UNASUR o la CELAC. Por otra parte, la Unión Europea se debate en como
salir adelante en medio de una crisis económica que afecta a varios de sus
miembros y minan las aspiraciones a formar esa otra potencia global. En este
marco, ¿Cómo sigue el debate de un Acuerdo Marco de Cooperación Económica entre
el MERCOSUR y la misma UE? ¿Aún representa un atractivo para los países de la
región la concreción de este arreglo?
Primero es necesario
describir los contextos, el de los ‘90s cuando surgieron efectivamente
formalmente ambos bloques y se formuló la primera propuesta de vinculación, y
luego la situación actual en la que se encuentran las partes.
La década de 1990 comenzó
con el fin de la Guerra Fría
y una sensación de optimismo y esperanza (Francis Fukuyama bien lo
interpretaría en su obra “El Fin de la Historia”). Este proceso era acompañado por
políticas neoliberales que sucedieron a los estados de bienestar en Europa y
America. Paralelamente se formalizada la creación de la OMC, en reemplazo de su
antecesora, el GATT. Su fin: liberalizar el comercio internacional.
En este contexto se celebra
el Acuerdo de Maastrich que daría lugar a la conformación de la Unión Europea tal como la
conocemos hoy, y del otro lado del Océano, el Tratado de Asunción sellaría la
creación del MERCOSUR. Ambos con grandes objetivos económicos. Surgió así en
1995 la propuesta de vincular ambos grupos y se iniciaron los procesos de
negociación. Los avances de los primeros años pronto quedarían atrás y las
discusiones se estancarían en torno a un tema clave.
Es la misma razón que
paralizó el debate en la Ronda
de Doha: la liberalización de los mercados latinoamericanos (en este caso
MERCOSUR) para los bienes industriales europeos y la reducción de las barreras
no arancelarias y de los subsidios de los estados industrializados (en esta
ocasión UE) al sector agricultor. Así como en Doha, en la negociación MERCOSUR-UE
fue muy difícil llegar a un acuerdo y sería casi imposible luego de las crisis
de cambio de siglo (especialmente la de Argentina 2001) y la posterior llegada
al poder de una serie de líderes de centro-izquierda en la región (Argentina y
Brasil entre otros). Las negociaciones se trabaron aún más y muchos ya
consideraban por finalizado el asunto. Pero durante la primera década del siglo
se intentaron reflotar en más de una ocasión las negociaciones.
De todas formas para el año
2010 ya se puede vislumbrar una situación internacional muy diferente a la del
año 2000. En el medio tuvimos una crisis financiera internacional de alto
impacto, especialmente en Europa, y un cambio de las matrices comerciales de la
región, en parte auspiciado por las tendencias políticas de los mencionados
lideres latinoamericanos. Para finales del siglo XX los principales socios
comerciales del MERCOSUR eran los EE.UU y Europa. Pero luego de unos 15 años de
cambios continuos, el comercio intraregion aumentó significativamente (tal es
así que la Argentina
y Brasil se volvieron socios preferenciales y lideran respectivamente las
tablas de importaciones y exportaciones entre sí). Y no solo esto, una nueva
potencia comercial arribó a la región y comenzó a acaparar las exportaciones de
los miembros del bloque comercial, China.
El gigante asiático viene
en pleno crecimiento industrial desde finales de la década de 1980 y
consecuentemente tiene una demanda de materia prima, especialmente alimentos
cada vez mayor. De esta forma los países latinoamericanos comienzan a volverse
socios importantes y así China logra pasar a ocupar un importante puesto en el
ranking de destino de las exportaciones sudamericanas. En el caso particular de
Argentina la exportación de soja cubriría gran parte de esta cuota y debido a
su alto precio en el mercado internacional se iniciaría una etapa de aumento
del cultivo de la soja en detrimento en otros productos agrícolas como trigo y
maíz. Todo esto genera dos consecuencias para la Argentina y los países
afectados: la dependencia de las exportaciones de pocos bienes a un solo
comprador y a largo plazo un déficit comercial debido al poco valor agregado de
las exportaciones frente al mayor de las importaciones industriales chinas.
Si tomamos el caso
Argentino específicamente, en el año 2012 el principal destino de las
exportaciones fue Brasil, seguido por China y muy cerca Estados Unidos. La Unión Europea recién asoma en
un 4to puesto en forma grupal, siendo de todas formas un número significativo.
Entonces, ¿En que
beneficiaría el Acuerdo comercial entre el MERCOSUR y la UE? Es verdad que Europa ya no
representa un porcentaje imponente en los destinos y origen de las
exportaciones e importaciones respecto a Latinoamérica, pero frente a la
amenaza de la dependencia de China y del valor de unos pocos productos es
siempre bienvenida la opción de diversificación. Eso sí, es necesario que la UE entienda la importancia que
tiene la industria agraria dentro de la estructura económica latinoamericana y
por ende acepte la implementación de políticas que lleven a una competencia justa y trasparente en el
mercado europeo. Si se logran resolver estos pequeños (y grandes) puntos, un
Acuerdo económico entre la UE
y el MERCOSUR es deseable. Ahora, el tema de la voluntad política y las agendas
de las partes es otro asunto.