Por María Gala Bosch Nuñez
En
el año 2010 la economía europea sufrió un shock. Habiendo sido recientemente
sacudida por la crisis inmobiliaria norteamericana, debió también soportar una
crisis de la zona euro. La misma se descubre cuando, al asumir un nuevo
gabinete en Grecia, este da a conocer que los anteriores números respecto a la
economía griega habían sido falseados. El déficit presupuestario del estado es
mucho mayor delo que se creía, y esto puede afectar su capacidad de pago de
deuda. La noticia genera una crisis de confianza que obliga a Grecia a subir
enormemente las tasas para colocar deuda en el mercado financiero. El gobierno
acude entonces a la Unión Europea, y esta involucra al FMI. Se decide entonces
ayudar al país helénico mediante préstamos, a restaurar la confianza en su
capacidad de pago. Para ello se le exigen, sin embargo, una serie de medidas de
austeridad que provocan la furia de los ciudadanos griegos.
La
crisis, sin embargo, no se detiene ahí, sino que se expande a otros estados
cuyas economías también parecen frágiles, y que ahora tienen problemas para
conseguir financiamiento. Estos son los denominados PIGS (Portugal, Irlanda,
Grecia y España). También estos estados deben buscar la ayuda de la Unión
Europea y se ven enfrentados con fuertes movimientos populares en contra de las
medidas de austeridad que se les exige a cambio de es ayuda.
La
crisis económica ha pasado además a otros ámbitos, entre ellos el político.
Muchos ciudadanos de los países afectados se preguntan hoy a quien responden
realmente sus gobiernos, que si bien son votados por los ciudadanos, parecen
seguir las directivas de los estados más económicamente fuertes de la Unión
(especialmente Alemania). Es así como estadistas extranjeros, elegidos por
otros pueblos, imponen a los ciudadanos en crisis sacrificios que estos
rechazan. Hay quienes argumentan que se está generando una crisis de
legitimidad.
Por
otro lado entre los ciudadanos de los países con economías más desarrolladas,
se ha desarrollado un cierto sentimiento de rechazo hacia estos estados que,
sin poder mantener sus cuentas en orden, han provocado problemas a toda la
unión monetaria, problemas por los que ellos también deben pagar. Es así que
también va desapareciendo la solidaridad europea que tantos años y perdón le ha
costado generar al continente.
Ante este panorama desalentador muchos se
preguntan ¿qué hará Europa? Puede darse por vencida dejando ir a los países
menos aptos para mantener una moneda tan pesada como el euro. Los más
pesimistas han dicho incluso que la Unión Europea podría desaparecer. Sin
embargo, por ahora, los Estados han decidido seguir el camino de la austeridad,
poner sus cuentas en orden y continuar con la integración. En lugar de culpar
al proceso por los problemas que los aquejan han decidido seguir adelante con
el mismo y superar la crisis.
En
el siguiente trabajo, a través de los supuestos de la teoría neofuncionalista y
de sus críticos argumentaremos que los sucesos arriba descritos no representan
el fin del proceso de integración europeo, sino una crisis que llevará a la
mayor expansión de ámbitos incluidos en el proceso, basada en un mayor
compromiso político con el mismo.