lunes, 30 de septiembre de 2013

Acuerdo MERCOSUR-UE: Un antes y después y su utilidad para la región hoy en día.



Breve análisis del contexto en el que surgieron estos bloques comerciales y en el cual se encuentran hoy en día. ¿Es conveniente para la región que se llegue a un acuerdo definitivo?

En Latinoamérica se esta viviendo un proceso de aumento de la integración regional y fortalecimiento de estructuras institucionales que vinculan a varios países en procesos de coordinación de políticas económicas y sociales, especialmente en America Latina donde vemos el surgimiento de organismos como la UNASUR o la CELAC. Por otra parte, la Unión Europea se debate en como salir adelante en medio de una crisis económica que afecta a varios de sus miembros y minan las aspiraciones a formar esa otra potencia global. En este marco, ¿Cómo sigue el debate de un Acuerdo Marco de Cooperación Económica entre el MERCOSUR y la misma UE? ¿Aún representa un atractivo para los países de la región la concreción de este arreglo? 

Primero es necesario describir los contextos, el de los ‘90s cuando surgieron efectivamente formalmente ambos bloques y se formuló la primera propuesta de vinculación, y luego la situación actual en la que se encuentran las partes.

La década de 1990 comenzó con el fin de la Guerra Fría y una sensación de optimismo y esperanza (Francis Fukuyama bien lo interpretaría en su obra “El Fin de la Historia”). Este proceso era acompañado por políticas neoliberales que sucedieron a los estados de bienestar en Europa y America. Paralelamente se formalizada la creación de la OMC, en reemplazo de su antecesora, el GATT. Su fin: liberalizar el comercio internacional.
En este contexto se celebra el Acuerdo de Maastrich que daría lugar a la conformación de la Unión Europea tal como la conocemos hoy, y del otro lado del Océano, el Tratado de Asunción sellaría la creación del MERCOSUR. Ambos con grandes objetivos económicos. Surgió así en 1995 la propuesta de vincular ambos grupos y se iniciaron los procesos de negociación. Los avances de los primeros años pronto quedarían atrás y las discusiones se estancarían en torno a un tema clave.

Es la misma razón que paralizó el debate en la Ronda de Doha: la liberalización de los mercados latinoamericanos (en este caso MERCOSUR) para los bienes industriales europeos y la reducción de las barreras no arancelarias y de los subsidios de los estados industrializados (en esta ocasión UE) al sector agricultor. Así como en Doha, en la negociación MERCOSUR-UE fue muy difícil llegar a un acuerdo y sería casi imposible luego de las crisis de cambio de siglo (especialmente la de Argentina 2001) y la posterior llegada al poder de una serie de líderes de centro-izquierda en la región (Argentina y Brasil entre otros). Las negociaciones se trabaron aún más y muchos ya consideraban por finalizado el asunto. Pero durante la primera década del siglo se intentaron reflotar en más de una ocasión las negociaciones.

De todas formas para el año 2010 ya se puede vislumbrar una situación internacional muy diferente a la del año 2000. En el medio tuvimos una crisis financiera internacional de alto impacto, especialmente en Europa, y un cambio de las matrices comerciales de la región, en parte auspiciado por las tendencias políticas de los mencionados lideres latinoamericanos. Para finales del siglo XX los principales socios comerciales del MERCOSUR eran los EE.UU y Europa. Pero luego de unos 15 años de cambios continuos, el comercio intraregion aumentó significativamente (tal es así que la Argentina y Brasil se volvieron socios preferenciales y lideran respectivamente las tablas de importaciones y exportaciones entre sí). Y no solo esto, una nueva potencia comercial arribó a la región y comenzó a acaparar las exportaciones de los miembros del bloque comercial, China.

El gigante asiático viene en pleno crecimiento industrial desde finales de la década de 1980 y consecuentemente tiene una demanda de materia prima, especialmente alimentos cada vez mayor. De esta forma los países latinoamericanos comienzan a volverse socios importantes y así China logra pasar a ocupar un importante puesto en el ranking de destino de las exportaciones sudamericanas. En el caso particular de Argentina la exportación de soja cubriría gran parte de esta cuota y debido a su alto precio en el mercado internacional se iniciaría una etapa de aumento del cultivo de la soja en detrimento en otros productos agrícolas como trigo y maíz. Todo esto genera dos consecuencias para la Argentina y los países afectados: la dependencia de las exportaciones de pocos bienes a un solo comprador y a largo plazo un déficit comercial debido al poco valor agregado de las exportaciones frente al mayor de las importaciones industriales chinas.

Si tomamos el caso Argentino específicamente, en el año 2012 el principal destino de las exportaciones fue Brasil, seguido por China y muy cerca Estados Unidos. La Unión Europea recién asoma en un 4to puesto en forma grupal, siendo de todas formas un número significativo.

Entonces, ¿En que beneficiaría el Acuerdo comercial entre el MERCOSUR y la UE? Es verdad que Europa ya no representa un porcentaje imponente en los destinos y origen de las exportaciones e importaciones respecto a Latinoamérica, pero frente a la amenaza de la dependencia de China y del valor de unos pocos productos es siempre bienvenida la opción de diversificación. Eso sí, es necesario que la UE entienda la importancia que tiene la industria agraria dentro de la estructura económica latinoamericana y por ende acepte la implementación de políticas que lleven a  una competencia justa y trasparente en el mercado europeo. Si se logran resolver estos pequeños (y grandes) puntos, un Acuerdo económico entre la UE y el MERCOSUR es deseable. Ahora, el tema de la voluntad política y las agendas de las partes es otro asunto.