lunes, 1 de abril de 2013

El juego de Corea del Norte


Las recientes declaraciones y acciones del gobierno de Corea del Norte tuvieron, como suele suceder por las dimensiones de la amenaza, una gran repercusión mediática a nivel mundial. Los videos publicados por la máquina de propaganda de Pyongyang muestran grandes despliegues militares simulando invasiones a Corea del Sur y ataques a los EE.UU mientras que por otra parte Kim Jong Un anuncia el “estado de guerra”. ¿Cuál es la probabilidad de que se lleve a cabo un ofensiva militar que pueda desencadenar un conflicto mayor?

De entrada me atrevo a decir que es muy improbable que Corea del Norte efectivamente se decida por una acción militar abierta y declarada contra alguno de sus vecinos. Son demasiados los factores que irían en contra de esto y los últimos años han revelado la estrategia y el objetivo de la parte norte de la península coreana.

Empecemos haciendo un resumen del contexto histórico y regional. Como evidencia su cultura y composición étnica, las dos Coreas actuales históricamente fueron una sola. Luego de ser ocupada y anexada por el Imperio Japonés en la década de 1930, fue escenario de duras batallas en la Segunda Guerra Mundial. Durante está, tanto fuerzas soviéticas como norteamericanas tomaron la península: por el norte el Ejército Rojo y por el sur las fuerzas armadas de los EE.UU. Al finalizar la guerra ambas naciones promovieron líderes diferentes para cada sector. Las intenciones de unificación de la península derivaron en la invasión en 1950 por parte del Norte del Sur, dando inicio a la Guerra de Corea. Llegarían a intervenir fuerzas estadounidenses y “voluntarios” de la China maoísta. En 1953 se firma un armisticio (pero no un acuerdo de paz) que dura hasta la actualidad y divide a la península por el famoso paralelo 38. El Norte queda bajo un sistema comunista y el Sur bajo las reglas del libre mercado capitalista.
Rodeada entonces por la República Popular China en el Norte y Oeste y por un Japón aliado de EE.UU en el Este y Sur, Corea se encuentra en una región sensible.

Luego de años de excesivo gasto militar, desinversión en sectores productivos  y aislamiento internacional Corea del Norte sufre grandes problemas económicos y sociales. Las hambrunas y epidemias son cuestiones cotidianas. Paralelamente a esto, el régimen de Pyongyang ha comenzado a desarrollar armamento nuclear para complementar sus fuerzas armadas (que si bien no son de las modernas tecnológicamente hablando, son de las más numerosas a nivel mundial). Esto le dio una posibilidad de palear temporalmente los problemas sociales de su país. Los continuos ensayos misilisticos de Corea del Norte son seguidos por sanciones internacionales y luego rondas de negociación. En estas la comunidad internacional le exige a Pyongyang la desactivación de estos programas y a cambió le ofrece alimentos y medicamentos para la población. Corea del Norte acepta y por un tiempo tenemos una ligera tranquilidad en la región. Pero cuando estos alimentos y medicamentos (por cierto ampliamente insuficientes) se acaban, comienza de nuevo el juego. Corea del Norte amenaza y la comunidad internacional a cambio de que no se precipite un conflicto mayor, le entrega ayuda humanitaria. Es así que se conoce a la parte Norte de la península como un “Rogue State”.

Pero está claro que este juego por sí solo no puede mantener una intervención de una coalición internacional (no existen datos precisos sobre el avance del programa nuclear norcoreano) fuera del país. Si uno quiere desafiar a los EE.UU y  sus aliados (Corea del Sur y Japón en este caso) tiene que contar con un respaldo poderoso, y Pyongyang lo tiene: la República Popular China.

Beijing es el principal aliado de Corea del Norte tanto en cuestiones de política exterior como en asuntos económicos. Pero todo este interés en preservar en el poder a la dinastía de Kim Yong Un y su régimen no es por amistad y solidaridad. China quiere evitar a cualquier precio tener una frontera terrestre con un aliado directo de EE.UU. Si Corea del Norte cae, va a ser absorbida por su contraparte del Sur y por ende Washington contaría con acceso terrestre a la China continental.  Es por esta razón que Beijing amenaza con el veto en el Consejo de Seguridad  a cualquier medida y acción drástica contra Pyongyang.

Conociendo estos dos hechos (la estrategia del Rogue State y la alianza con China) Corea del Sur, Japón y EE.UU se limitan por el momento a contener a Corea del Norte imponiendo la mayor cantidad de sanciones económicas posibles sin responder a las continuas amenazas del uso de la fuerza de Pyongyang y sosteniendo este débil equilibrio regional. Esta coalición tendría la capacidad de intervenir exitosamente en Corea del Norte pero los costos tanto materiales como humanos elevados y la amenaza de una intrusión china son suficientes para desalentar esta opción. Claro ejemplo de esto fue el hundimiento en el 2010 de un barco de la marina surcoreana. Si bien nunca se terminó de confirmar la implicancia de Corea del Norte en el hecho, todo apunta a esta. Si el hundimiento de un buque de guerra y la pérdida de vidas no lograron precipitar un conflicto mayor es difícil que eventos aislados lo puedan hacer.

Por último hay que destacar que ningún gobierno que quiera mantenerse en el poder puede darse el lujo de entrar en conflicto armado con la principal potencia mundial, incluso con el apoyo de China.

Resumiendo, nos encontramos ante una nueva maniobra de “extorsión” por parte de Corea del Norte para obtener ayuda humanitaria u otros beneficios a cambio de la promesa de dejar de lado la amenaza del uso de la fuerza. China ha criticado en varias ocasiones el alto perfil de la política exterior de Pyongyang e incluso se ha plegado a sanciones, pero sigue apoyando el régimen y con toda la intención de evitar un conflicto al cual se pueda ver arrastrada sin la más mínima intención (la política exterior china se caracteriza por un perfil bajo y si bien siempre quieren remarcar que están presentes prefieren no asumir del todo el rol que les corresponde en el sistema actual).

Estas son las principales razones por las cuales un conflicto armado abierto es muy poco probable en la península coreana.